Contaban que había un goniómetro de oro oculto y clavado en una piedra, en una latitud recóndita. Quien lo encontrara, realizaría las valoraciones goniométricas más exactas, midiendo el ROM con la misma precisión de un pintor flamenco. Era atractivo y valía la pena, pero por lo mismo, no podría ser fácil. Para encontrar el goniómetro de oro, era necesario reunir las cenizas de Bobath y Daniel’s, y junto con los textos de rigor para la goniometría y valoración muscular, pronunciar el conjuro para extraer el goniómetro de oro que volverá todo poderoso al fisioterapeuta que lo pudiera extraer…
Mucho de lo anterior forma parte de los conceptos clásicos que conocen los fisioterapeutas y estudiantes de áreas afines.
Textos y autores tradicionales, a veces son colocados en pedestales por el valor de lo que hicieron (que no deja de ser importante), pero esta misma “reverencia”, hace que no sean cuestionados algunos conceptos, o se dé paso a la innovación.
En esto cae precisamente la goniometría, el famoso ROM (the range of movement), el rango de movimiento, el rango activo de movimiento, “movimiento es vida”, etc.
Entonces, durante los estudios universitarios, los alumnos aprenden a realizar mediciones para saber la amplitud en grados de movimiento de cualquier articulación.
El proceso es sencillo, y manteniendo los principios obligatorios –ante todo- (anatomia, ejes y planos) no tomará más de 10 horas entre teóricas y prácticas para dominarlo. Pero en vez de eso, se dedica un curso completo de meses para esto y horas de estudio en bibliografía aburrida publicada hace más de veinte años sobre valoración mediante el goniómetro.
Si en una misma aula, 50 estudiantes toman la misma medición de una articulación, seguro habrá una variación importante entre resultados, que para la práctica diaria no será tan relevante, pero sí para la investigación y toma de decisiones.
El objetivo de esto no es decir que la goniometría está mal impartida, que los goniómetros no sirven, pero no se está apuntando al cambio, a la disrupción actual de muchas disciplinas médicas por medio de la tecnología, ingeniería y el conocimiento de otras ciencias aplicadas, ¡sí, esa bella confluencia entre ramas distintas!
Recién desarrollado, Biobotix Analytics, el goniómetro de nueva generación y de alta precisión, adquiere y digitaliza el rango de movimiento activo del paciente. Si esos mismos 50 estudiantes tomaran la misma medición, la variación sería mínima, además de la capacidad aplicada en el estado del arte que posee Biobotix Analytics.
Esto es precisamente la disrupción, la convergencia entre la fisioterapia, kinesiología y la ingeniería para innovar con aplicaciones clínicas y de investigación.
La medicina, como tantas áreas, adoptará inevitablemente los cambios tecnológicos generados por el progreso exponencial digital. Desde luego, hay que saberlo matizar, no faltarán las opiniones fatídicas que dirán que muchas fuentes de empleo desaparecerán, o que los robots nos sustituirán.
En conclusión, no afirmamos que confiaremos ciegamente en la tecnología, sino que manteniendo los principios fundamentales, que para el caso de Biobotix Analytics son la anatomía, kinesiología, planos, ejes y su componente tecnológico, como sugiere Kevin Kelly, en su libro The Inevitable: Understanding the 12 Technological Forces That Will Shape Our Future, seremos como centauros: humano y máquina, para optimizar procesos y mejorar resultados, y por medio de Biobotix Analytics; llevar a la precisión total una medida más para olvidarnos de la búsqueda del goniómetro de oro.
Bibliografía
1 Kevin Kelly, The Inevitable: Understanding the 12 Technological Forces That Will Shape Our Future, Viking Press, 2016.
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